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26 Febrero 2020 - Historia

Seguridad alimentaria en la escuela

“Un niño con hambre no va a poner tanta atención como uno que ya esté nutrido desde la mañana”.

Evelyn Isabel Felipe (EF)

 

A la Escuela de Chiornó, Sacapulas, Quiché, llegó hace 3 años el programa IDEA (ahora llamado LENS), de Save the Children y del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). LENS se ocupa de la subvención de provisiones para fortalecer la alimentación escolar, así como del acompañamiento técnico a la comunidad educativa, para mejorar los hábitos alimenticios de las familias.

 

Según afirma la directora de la escuela, Evelyn Felipe, antes de que el programa llegase, los niños exhibían padecimientos propios de desnutrición, que en la actualidad ya no ocurren.

 

“Se presentaban niños con partes de la cabeza sin pelo, les cambiaba mucho el color del pelo, venían con el estómago grandecito, venían niños con manchas en la piel, o venían niños y se dormían… Todas esas enfermedades que los niños traían, nosotros sabíamos que eran ocasionadas por una mala alimentación, porque estaban en desnutrición. Desde que entró el programa de Save the Children en la escuela, ya no vimos ningún caso de esos… Se terminó la anemia, se terminaron los estómagos grandes, se terminaron las manchas en la piel.  No vemos ningún caso de esos en las aulas” (EF).

 

Evelyn ha visto una transformación significativa en sus estudiantes, pero no únicamente en el aspecto físico, sino que, también, en la parte académica.  Asevera que ahora los niños tienen más retentiva y están más motivados. De la misma forma, ha notado que la deserción escolar ha disminuido. Según cuenta, antes era más frecuente que abandonasen la escuela para para trabajar y aportar a su familia lo correspondiente a su sustento, pero ahora los padres prefieren que vayan a estudiar, pues la alimentación que ahí se les proporciona es sustancial y nutritiva.

 

“Ahorita a los niños los están mandando a los 4 años a la escuelita, porque saben que ahora ya hay una buena nutrición en la escuela.  Entonces los mandan desde más chiquitos. Inclusive, el año pasado tuvimos un niño de 3 años que venía por su alimentación…” (EF).

 

Los suministros que la escuela recibe del USDA consisten en arroz, frijol y aceite.  Por su parte, el Ministerio de Educación (MINEDUC) traslada 4 quetzales diarios, por cada niño, a la Organización de Padres de Familia (OPF), con lo que se adquiere maíz, incaparina, carnes, frutas, verduras y otros alimentos frescos.

Juana Castro Tum, madre de familia de la comunidad, explica que, además de los víveres que reciben, también han tenido capacitaciones sobre higiene de la cocina y del hogar en general, formas de acompañar los alimentos, nuevas recetas y combinaciones novedosas, sabrosas y nutritivas. Ella, como los demás padres de familia, está muy satisfecha con el programa, porque beneficia a sus hijos, quienes padecen de menos enfermedades y están contentos de poder ir a la escuela.

En este proyecto todos los miembros adultos de la comunidad educativa tienen un rol importante. La OPF es responsable de hacer las compras y almacenar el producto, así como de monitorear la preparación de los alimentos. La directora y las docentes se reúnen una vez cada 7 días para planificar el menú de la siguiente semana, de manera que la OPF sepa qué es lo que tiene que comprar. Las madres de familia, que ya han sido organizadas por la OPF, tienen turnos para preparar los alimentos, una vez cada quince días; en la cocina hay siempre 4 señoras, que están coordinadas por una madre guía.

Tanto docentes como madres de familia coinciden en que el aporte ha sido de gran ayuda para la comunidad, pues en ocasiones los padres tienen muy pocos recursos y envían a los niños sin desayunar, es más, la alimentación escolar, para muchos, se ha convertido en el principal tiempo de comida.

 

“Prácticamente, la alimentación que el niño recibe en la escuela es la alimentación más nutrida, más completa que los niños reciben en el día…”

 

“Ellos, los 5 días de la semana tienen su arroz, su frijol y lo que lo acompaña de parte del MINEDUC: huevo, queso, bistec, hilachas… Comidas que los niños en realidad en sus casas no las conocían…” (EF).

 

Las docentes se esfuerzan para que el menú sea variado y balanceado, lo que da lugar a que los niños estén muy contentos, pues la comida no es aburrida, ni repetitiva. Cuando las maestras faltan (porque tienen una cita médica, por ejemplo), los niños, aunque no vayan a tener clases, llegan a la escuela para poder recibir sus alimentos.

 

“…Los niños no vienen a la escuela a estudiar, pero sí se presentan a las 9:30 (hora de la comida) con su plato y su vaso… La alimentación ellos vienen a recibirla y no es de que nosotros les hayamos dicho que vengan a comer, sino que ya ellos tienen esa necesidad de venir a recibir su alimentación aquí en la escuelita” (EF).

 

Sin duda, la intervención del programa ha sido puntual y efectiva para que la salud y seguridad alimentaria de los niños no se ponga en riesgo, lo que se traduce en un mejor rendimiento académico, una menor deserción escolar y más niños felices.

“La escuelita lo ha tomado como una bendición, porque, en realidad, nos sentimos muy contentos de ser parte del programa, muy satisfechos de los logros que hemos visto dentro del establecimiento.  Cuando nosotros empezamos las clases anhelamos que el programa empiece a funcionar, porque conocemos las necesidades que los niños tienen” (EF).