Cash transfers + apoyo técnico: una alternativa para enfrentar las crisis humanitarias
“Agradecemos a los donantes del pueblo de los Estados Unidos que nos apoyaron unos meses. Aquí las familias estaban felices”.
Jorge Ordoñes[1] (JO)
La comunidad de Las Tunas se encuentra en San Pedro Jocopilas, Quiché. Está ubicada al sur del departamento y pertenece al corredor seco del país. Desde hace varios años, sus pobladores están sufriendo las consecuencias del cambio climático. El 2019 ha sido particularmente seco, según cuenta Florencia Azañón (FA), una abuela de 66 años, que ha visto cómo cada vez es más difícil cosechar el maíz y el frijol que alimentan a las familias de la comunidad.
“Este año, la verdad es que no hubo agua. No tenemos mucho maíz; no dio bastante…El frijol quiere bastante agua, pero, como ahora no hay agua, estamos fregados, porque no ha habido bastante cosecha” (FA).
Jorge Ordoñez, un padre de tres menores de edad, asegura que las familias sembraron en los primeros meses del año, con la esperanza de que al llegar la temporada lluviosa sus cosechas les dieran lo suficiente para subsistir el resto del 2019, pero la lluvia nunca llegó y la mayor parte de cosechas se perdieron.
“Los que sembraron en marzo lograron, tal vez, el 35 o 40 % de sus cosechas. Así como nosotros que sembramos en abril, lo más que logramos fue el 10 o 5%. Algunos lo perdieron todo, ni la semilla se pudo recuperar” (JO) .
Sin la producción esperada, las familias necesitan dinero para poder comprar los alimentos que el suelo no les otorgó, pero tampoco hay empleos para generar los ingresos que se requieren. A veces, las personas de la comunidad consiguen ir a trabajar a una parcela de otro municipio, pero no es lo más frecuente.
“Pagan 40 quetzales al día, pero saber cada cuánto consiguen un su día de trabajo. No es diario” (FA).
La falta de empleos en la localidad obliga a los pobladores a buscar oportunidades fuera. Algunos se van a vivir a la capital, otros a municipios vecinos y, la mayoría de familias, se trasladan por unos meses a otros departamentos, para emplearse en el corte de caña y café.
“Acá todos somos agricultores y como no llovió, no hay donde ir a trabajar…Hay personas que emigran a cortar café. Van a la costa ¿verdad? a ganarse la vida para sostener a la familia” .
“Ya no hay maíz, ya no hay que comer. Entonces, allá solo la comida van a ir a ganar. Se sostienen unos cuantos meses, ganan un poco de dinero para seguir viviendo”(JO) .
Al percatarse de la situación en que se encontraba la comunidad, el Programa PRYSA, de Save The Children, abrió un fondo de ayuda humanitaria, para colaborar con 47 familias, durante 8 meses. El apoyo consistió en transferir 470 quetzales a cada familia, con niños, que se encontrase en situación de vulnerabilidad.
Doña Florencia fue una de las beneficiadas. Su familia está compuesta por 9 personas; su esposo, su hijo, su hija, su nuera y sus nietos. Los “cash transfer” que recibieron les sirvieron para comprar frutas, verduras, incaparina (bebida de soya y maiz, vitaminada), avena, arroz, carne, etc.
“Anteriormente nosotros no teníamos esa capacidad de comprar eso, porque no hay trabajo y no hay dinero”(JO) .
Acompañado del apoyo económico, las familias recibieron capacitaciones para optimizar los recursos y hacer recetas saludables que los ayuden a nutrirse mejor, con los productos que están a su alcance.
“Se aprendió bastante ¿verdad? Se prepararon tamalitos al estilo chipilín, con zanahoria… Son cosas que uno tiene a la mano y no sabe preparar” (JO) .
Los beneficiarios participaron, también, en actividades de formación asociadas a la higiene del hogar y al tratamiento del agua y de los alimentos para que prevenir enfermedades.
“Ahí aportó bastante el programa, porque no solo que no tenemos pisto y nosotros no hervimos nuestra agüita; se enferman los niños, les da un dolor estomacal. Al final de ¿de dónde viene el recurso? Está complicado. Entonces, son cuestiones sencillitas y simples, pero uno tiene que hacerlo” (JO).
Según cuenta don Jorge, las capacitaciones no se limitaron únicamente a lo relativo a cuidados del hogar, sino que se capacitó a las familias para enfrentar las crisis provocadas por las sequías. De tal manera que impartieron cursos para:
- preparar abono,
- hacer zanjas para recolectar agua,
- desarrollar estrategias para la conservación de la humedad en el suelo,
- aprender técnicas para preparar plaguicidas, fungicidas, etc.
La metodología de trabajo consistió en que los técnicos de Save the Children capacitaron a un equipo de promotores, miembros de la misma comunidad, quienes organizaban grupos para hacer réplicas de los talleres con el resto de las familias. Además, se ofreció acompañamiento para la siembra de otras variedades de frijol y maíz (que se adaptan más a climas secos), en 5 parcelas demostrativas.
Otra acción que se implementó, para palear los efectos de la crisis, fue el apoyo económico y técnico para que las familias pudiesen instalar una pequeña granja avícola. Recibieron una transferencia para comprar 6 pollitos, así como lámina y malla para un corral de 4X3 metros, con 4 divisiones. Asimismo, fueron entrenados para vacunar a las aves y para instalar comederos y bebederos.
“Primero son pollitos, luego van a ser gallinas y gallos ¿verdad? Al final va a haber huevitos y carne, esa es la idea” (JO).